Molino de los Diezmos (o Casa de la Cilla, s. XVIII)

En el siglo XVIII, todavía existía la ley de dar a la Iglesia, de la cosecha que se recogiera, lo que entonces se llamaban diezmos, es decir, de cada diez partes de cosecha había que entregar una a la Iglesia, y primicias, que quiere decir que esa parte que se daba era la primera. Esto se hacía tanto con el trigo, la cebada, la avena, la aceituna, el aceite o cualquier otra cosa que se recolectase.
En 1835 empieza en España la Desamortización Eclesiástica, por medio de la cual se suprimen en España todos los monasterios de órdenes y se declaran en venta todos los bienes de dichas instituciones. El Molino pertenecía a estas instituciones. Ya desde 1838 tenemos datos de la Desamortización, (Archivos de la Diputación de Cádiz). El Molino se vende en subasta hacia el año 1875.
Actualmente el Molino de Espera es una pequeña empresa familiar que moltura aceitunas desde 1878 y que en su quinta generación como almazareros siguen produciendo aceite con el mayor de los esmeros y dedicación considerándose albacea de una tradición centenaria, compaginando las técnicas tradicionales de elaboración con el acopio de las innovaciones producidas en el sector para la conservación y mejora de sus aceites.
De planta rectangular, tiene fachada principal lisa y encalada, con decoración simétrica de ventanas repartidas protegidas por sencillas rejas sobresalientes las inferiores y centrada por la portada de piedra. En el tejado, una veleta de forja.

La fachada trasera reserva la cantería en las esquinas, así como los remates que se levantan sobre la cornisa final.
La construcción consta de grandes naves formadas por muros de carga y cubiertas con armaduras de artesanado de herencia mudéjar. En el interior coforma un complejo sobresaliente por su organización y excelentes materiales, que hacen del edificio uno de los más representativos de las casas cillas almazaras. Hay que destacar los soportes con grandes ábacos que aparecen en las distintas naves y en el patio.
Presenta una primer crujía con bóvedas en planta baja y armadura de madera en artesa con tirantes en el salón superior. En esta primera crujía, en la entrada, la sala, de la derecha, que fue alojamiento de los canónigos, contiene una interesante decoración en los huecos de las ventanas hacia el interior, unas especies de conchas que unido al techo de dispuesto por travesaños formando casetones cuadrados, le dan cierto carácter de sala noble. La sala de la izquierda, tiene dimensiones parecidas pero sin la decoración de la anterior. Se accede al patio mediante un pasillo que conduce a la gran rampa doble, dividiendo el espacio por la mitad: el patio representa arquerías y un pasillo lateral. Traspasado el vestíbulo, se accede a un patinillo en el que se abren tres arcos de medio punto que descansan sobre robustas columnas seudodóricas (con volutas). De los arcos laterales arrancan las rampas de acceso a la planta superior. Estas rampas están hechas con el fin de que los animales de carga pudieran subir con el grano.

Actualmente se encuentra en proceso de tramitación para la declaración como Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento.
Se fundamenta esta declaración de Bien de Interés Cultural en los relevantes valores arquitectónicos, urbanísticos, históricos y culturales que presenta este inmueble. La Casa Cilla es uno de los testimonios del pasado de Espera que poseen mayor personalidad. El edificio presenta un importante grado de implantación urbana, constituyéndose en uno de los inmuebles más emblemáticos, y por tanto, en hito identificativos de la localidad. 

Arquitectónicamente es una de las más relevantes de las trece conservadas en la provincia de Cádiz, tanto por su estructura, como por su composición fachadística, concebida esta última como la de una casa-palacio con fuerte entidad representativa. Por otra parte, es la única cilla-almazara conservada en la provincia de Cádiz.
Respecto a su estructura funcional es una de las más completas de Andalucía, por incluirse en el conjunto del inmueble las dependencias propias de la Casa Rectoral y Casa de Labor con antiguos graneros, bodega, almazara con su molino y almacenes de aceite y oficinas administrativas. La torre del molino posee entidad arquitectónica propia y, junto al retablito cerámico de la fachada, donde se representa el blasón del Arzobispado de Sevilla, sirven como elementos identificativos del inmueble. Además cuenta con la peculiaridad de mantener el originario uso de almazara, aunque ha desaparecido la gran viga, y la prensa se realiza con maquinaria de principios, mediados del siglo XX.
La Cilla de Espera, se presenta como uno de los más claros modelos andaluces de la tipología definida como cillas estructuradas en torno a un patio central. En este sentido, el inmueble ofrece un esquema funcional de los más desarrollados en este tipo de edificios utilitarios, además de contener un repertorio formal muy elaborado. Así, el que la Cilla de Espera se constituya en modelo de su tipo entre las Cillas andaluzas resulta uno de sus más relevantes valores arquitectónicos. Desde el punto de vista urbanístico, el inmueble protagoniza todo su entorno inmediato por su amplitud en planta y cierta monumentalidad.
Históricamente, habría que buscar la razón de esta hegemonía urbana en la necesidad que sintió la iglesia como institución de reafirmarse en el contexto de la ciudad, en unos momentos de progresivo laicismo en la mentalidad de la época, donde la arquitectura civil, pública o privada, ganaba terreno en la trama urbana.
Para más información pueden visitar su página web: www.molinodeespera.com

